lunes, 3 de febrero de 2014

Sabatinos.

Ahora el sábado los periódicos vienen también con dominical. No el dominical del domingo, sino el suyo específico, que podriamos llamar, para evitar confusiones, el sabatino. Suele ser una revista teóricamente dirigida al sector femenino de su público con la que los editores buscar redondear sus ya muy menguados ingresos publicitarios. Digo que el sabatino suele ser una revista teóricamente femenina no porque así lo proclamen en sus portadas, que vaya si lo hacen, sino porque en mi casa el único que las lee soy yo. Mi señora prefiere las páginas del periódico y mi niña, bueno, mi niña tiene dos años y de momento es Pocoyó el que le tiene robado el corazón. Al principio este hecho me producía un poco de desazón. Lo natural sería que despiezado el periódico yo me quedase, en punto a suplementos, con el de motor; pero no. Después de reflexionar sobre esta aparente anomalía sociológica he llegado a la tranquilizadora conclusión de que no hay nada raro en que esas revistas supuestamente para chicas caigan indefectiblemente en mis manos. Casi es lo lógico. Trataré de explicarme.
Supongo que a una mujer los sabatinos, que incluyen siempre reportajes de temática general que muy bien podrían publicarse en un dominical, pero incurablemente abundan en los obligados y consabidos consejos sobre cocina, tendencias de moda y cremas faciales, pueden parecerles un poco tautológicos y triviales; quizá una mujer tenga fuentes más versadas y especializadas sobre las que informarse sobre esas materias. En cambio un hombre no. Para un hombre son una novedad absoluta. Si se topa en un sabatino, por ejemplo, con un artículo sobre la edad a partir de las cual las teóricas lectoras deberían empezar a preocuparse por las arrugas (y alguna encuesta ha señalado que las niñas lo hacen a partir de los 12 años) uno se aplica el cuento -se aplica el cuento aunque quizá nunca llegue a aplicarse la mascarilla de aloe vera que sugiere el artículo. Ese ya es otro cantar. Pero la semilla de la conciencia (y la zozobra) dermatológica queda implantada en el espíritu. Ya nada volverá a ser lo mismo. Y ya no digamos cuando los sabatinos entran en la terra ignota (al menos para un hombre) de los afectos y su buen manejo. Ahí su educación afectiva puede experimentar grandes progresos; progresos que, dicho sea de paso, le hubieran venido muy bien, ay, a los diecisiete años...
De donde hay que concluir que las revistas para chicas son cosa de hombres.



3 comentarios:

  1. Muy interesante tu reflexión. Yo reconozco que no me he atrevido a adentrarme en el difícil arte de los sabatinos, pero estoy de acuerdo contigo que, tal vez, los lean tantos hombres como mujeres. Si no más.
    Felicidades por tu artículo.

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  2. Yo también creo que más. Y no sólo, la verdad sea dicha, por el texto de los artículos. Muchas portadas -estoy pensando en una de la Bellucci en body de satén negro y tirante negligé- son un reclamo irresistibe para entrar en materia.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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