lunes, 27 de enero de 2014

Francesco delle Opere.

Exploro el rostro de Francesco delle Opere, terso y satinado, pintado por el Perugino en 1494. La lupa virtual del Art Project de Google permite ampliar la imagen hasta que el craquelado de la pintura se hace visible. Muevo el cursor y desciendo del mentón a la pelliza que el retratado viste sobre la camisa blanca. La mancha roja que inunda la pantalla haría un cuadro abstracto pasable. ¿De qué cosas permitía hablar la pintura cuando intentaba representar el alma humana y, si no siempre lo conseguía, al menos fijaba para la eternidad su apariencia mundana?

                                                                        Perugino: Retrato de Francesco delle Opere.

viernes, 24 de enero de 2014

Lobo Antunes.

Es curioso. Acabo de leer una entrevista al escritor portugués Antonio Lobo Antunes, otra más, y ya no llevo pocas, incluyendo todo un libro-entrevista editado hace años por Siruela, profundas y fascinantes siempre todas, y me pregunto por qué la seducción que ejerce sobre mí esa voz literaria que se expresa en ellas no me ha impulsado a leer sus novelas, y no me lo explico y me digo, después de mucho darle vueltas que tal vez lo que ocurra es que cuando un cocinero nos revela los secretos de un plato no necesariamente nos abre el apetito, sino que despierta en nosotros las ganas de cocinar.


jueves, 23 de enero de 2014

Arte contemporáneo.

Un homúnculo clausurado en una camisa de fuerza, unos anaqueles con la forma de un libro abierto y volátil, un rostro que se disuelve en las letras del alfabeto, un libro al que han seccionado, como si fuese la ración de una tarta, un segmento con forma de triángulo isósceles. Me pregunto qué habrá sido de los objetos análogos y anómalos que hace veinte años, o hace treinta, merecieron una reseña en estas mismas páginas del suplemento cultural que tengo en las manos. Como los artistas se muestran siempre contrarios a ser englutidos por el sistema, al menos de boquilla, tal vez congenie mejor con su voluntad rompedora que el destino final de sus obras sea el vertedero y no el museo. Mejor el vómito que una buena digestión filistea.

                                                        Alicia Martín: "Libro-estante".

martes, 21 de enero de 2014

Olvido

El olvido lleva un diario secreto. Todas sus entradas son renglones tachados.

domingo, 19 de enero de 2014

El último de Filipinas.

El 15 de agosto de 1945, y por voluntad de su Emperador, los japoneses se rindieron a los Aliados.  Todos, en bloque, o casi. Unos pocos, confinados en islas o selvas e ignorantes del final de la guerra, se mantuvieron irreductibles durante años o décadas. Uno de ellos fue Hiroo Onoda. Oficial de inteligencia del Ejercito Imperial Japonés, Onoda no supo o no se creyó la derrota del Japón hasta el 9 de marzo de 1974. No siempre ser el único es un rasgo de individualismo. Durante treinta el indómito oficial japonés siguió haciendo la guerra por su cuenta por un exceso de gregarismo. El rebaño había cambiado el paso, no él.


viernes, 17 de enero de 2014

Destrucción creativa.

A estas alturas de enero los juguetes que este año trajeron los Reyes Magos yacen, caídos en combate, con sus carcasas rotas y sus circuitos irremisiblemente averiados, en el vientre de los sofás o en la trinchera oscura y polvorienta de los bajos fondos de las camas. Así contribuyen los pequeños de la casa a mantener a punto la sala de máquinas del capitalismo. ¿Qué sería de los jugueteros si los niños no fuesen los clientes perfectos, destrozones y siempre ávidos de novedades?  


Una urna griega.

Unos cacos han intentado robar a Sigmund Freud. Robarlo a él, o sea, robar su persona o, para ser más exactos, lo que queda de ella. Los ladrones entraron en el crematorio londinense de Golders Green y trataron de forzar, en vano, la antiquísima urna griega que guarda sus cenizas. Yo hubiera dejado en el crematorio a Sigmund Freud y me hubiese llevado la urna.


jueves, 16 de enero de 2014

Un artista del aire

Ha muerto de viejo, en la cama, Henri Rechatin, vertiginoso e inverosímil funambulista francés. En 1973 pasó seis meses sobre un cable, a veinte metros del suelo, en su ciudad natal de Saint-Etienne. Busco en la Red, en vano, detalles sobre la gesta. ¿Pasaba Henri Rechatin las noches postrado sobre el cable o dormía de pie como los pájaros? Como escolares que copian en un examen, los obituarios refieren la increíble y sonámbula hazaña repitiendo, palabra por palabra, un texto anónimo y primigenio que omite misteriosamente los detalles, confiriéndole a la anécdota un perplejo aroma de apólogo kafkiano. Henri Rechatin resultaría ser, así, un impensable artista del aire.

  

El ladrón del mundo



                                                Se figura que es un ladrón que roba al mundo.
                                                                                                ELÍAS CANETTI