jueves, 23 de enero de 2014

Arte contemporáneo.

Un homúnculo clausurado en una camisa de fuerza, unos anaqueles con la forma de un libro abierto y volátil, un rostro que se disuelve en las letras del alfabeto, un libro al que han seccionado, como si fuese la ración de una tarta, un segmento con forma de triángulo isósceles. Me pregunto qué habrá sido de los objetos análogos y anómalos que hace veinte años, o hace treinta, merecieron una reseña en estas mismas páginas del suplemento cultural que tengo en las manos. Como los artistas se muestran siempre contrarios a ser englutidos por el sistema, al menos de boquilla, tal vez congenie mejor con su voluntad rompedora que el destino final de sus obras sea el vertedero y no el museo. Mejor el vómito que una buena digestión filistea.

                                                        Alicia Martín: "Libro-estante".

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